Dos poderosas alas se despliegan de mi espalda, poderosas, intimidantes. Mi rostro se muestra serio, divino, angelical nunca mejor dicho. Pero amable y sereno. En él, en lo más profundo, desapercibido pero ansioso, puede reflejarse mi interior.
El desconcierto inunda todo mi ser, sin dejar un solo átomo de mi cuerpo con algo de seguridad. Busco, busco, pero por más que lo hago no hallo nada que me diga que soy único, que existo, que sí soy yo. Busco, busco, Y lo único que hay es desconcierto, y soledad, soledad…
Lo único en lo que, una muy pequeña y muy destacada parte de mi cerebro, puede pensar, es en encontrar mi identidad, mi ser, las respuestas a preguntas que se funden en una sola.
¿Por qué existo? ¿Soy acaso, solo algo olvidado que vaga entre el medio del resto de las vidas humanas, con vida pero sin vida, observando cómo los demás continúan sin siquiera pararse a pensar en ti, sin saber siquiera que existes? ¿Soy, acaso, un error de la casi perfecta vida, de la casi perfecta realidad? Siento sin sentir.
Todo esto es realmente frustrante. ¿Quién soy? Parece evidente pero, ¿lo es?.
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Escrito Por Isabella Swan.
Andrea Ucha Bouzada
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Cada parte de mi mugriento cuerpo se retuerce de dolor.El tic-tac que surge de mi fuero interno se vuelva cada vez más débil.Respiro, respiro, respiro y… Adiós.
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