Y te alejas, como un ángel caído, cegado por la codicia, como un ángel caído en el que tan solo habita el mal.
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Mis ojos, aún clavados en ti, esperando a que te vuelvas hacia a mí, pidiendo mi perdón, acunándome una vez más entre tus brazos. Pero sé que no será así, sé que pronto desaparecerás para siempre, que no volverás, que poco a poco te desvanecerás. Te desvaneces, te desvaneces, omo un precioso sueño del que me he despertado.
Busco tu melodiosa voz en mi cabeza, desesperada, tratando de convencerme de que sí has sido real. Busco, busco, y lo único que hallo es desesperación.
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Cada pequeño átomo de mi mugriento cuerpo se retuerce de dolor. Mi vida, esta insignificante vida, se está borrando de este planeta tan injusto e incomprensible, como un simple estruendo que te despierta en medio de la noche, y el cual no volverás a oír.
Y todo por culpa de ese ángel traidor y hermoso, que llevó consigo todo lo que poseía. Por culpa de ese ángel, traslúcido e intocable, que solo me dejó mi cuerpo, pudriéndose cada vez más rápidamente, desvaneciéndose, como la llama de una vela a la que le han quitado el oxígeno.
Y es ese oxígeno el que mis pulmones, tan oxidados, no encuentran.
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De repente todo cambia… En mi rostro, ahora lúgubre y sombrío, aparece una sonrisa maligna, desdichosa… Mis ojos, ahora tan solo inyectados en sangre, ya no tienen ningún punto fijo.
En mí el vacío, la nada.
Mi mente gira, hace una voltereta mortal. Y es esa voltereta a la que lo cambia todo…Me he dado cuenta de que he caído en una trampa evidente. Pero en la que no volveré a caer jamás...
Ahora yo también soy un ángel caído, un ángel cegado por la sed de una gran venganza, y en el cual tan solo existe, sin más, el odio y la destrucción.
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Ahora soy la clase de ser que nunca quise ser. “Muere”, me digo, “muere. Morirás”.
Escrito Por Isabella Swan.
Andrea Ucha Bouzada
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